Desde hace unos días tengo una molestia en la boca y.. mi prudencia o mi miedo me inclinaba a pensar que era una rozadura que me había hecho en la encía con una corteza de pan pero.. conforme pasaban los días... el dolor aumentaba y aquello no se curaba.
Resultado: Un superafta que me ha llevado a urgencias porque ha extendido su territorio al oido y a un divertido gánglio en la garganta. No puedo hablar, no puedo comer,... un rollo vaya.
Me han dado un spray, al que he mirado con recelo cuando mi madre llegó de la farmacia, como diciendo ¿y tú me vas a curar? Le voy a dar un voto de confianza pero... paya ayudarle, mi mamá me ha hecho una infusión de romero "que salga lo malo y entre lo bueno", para que haga enjuagues.
La cosa es que mañana me toca comedor en el cole y...no sé si podré comer. A mi me habría gustado decir que como me paso el día achuchando, besando y riendo con los peques pues me han contagiado pero que va, esto ha sido iniciativa propia de mi sistema inmunitario.
Esperemos que para el finde pueda disfrutar de los manjares que mi progenitora prepara y poder descansar y hablar en condiciones sin tener que lamentar los dolorcitos malos que este alien bucal me provoca.
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